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Mitos sobre la sexualidad en la vejez

La OMS (Organización Mundial de la Salud) reconoce la sexualidad como un aspecto central del ser humano, presente a lo largo de su vida que abarca sexo, identidades, papeles de género, erotismo, placer, intimidad, etc.

La expresión de la sexualidad en la vejez va a estar condicionada por diferentes circunstancias y aspectos morales y culturales, como por ejemplo el envejecimiento del cuerpo y el rechazo del mismo, las creencias personales sobre el deseo y la sexualidad, la falta de información, prejuicios sociales o los patrones religiosos, entre otros. Todo ello ha contribuido a que el sexo en esta etapa de la vida se convierta en un tema tabú y se generen falsos mitos y creencias que es importante desmontar. Algunos de los mitos más extendidos son:

        • En la vejez desaparece el interés por el sexo

El interés o deseo sexual no desaparece por el hecho de llegar a la vejez, la sexualidad no es exclusiva de los jóvenes. Las relaciones sexuales, la intimidad y el contacto físico siguen generando interés a cualquier edad, en cada etapa con sus características y cambios propios. La variable que influye directamente sobre la sexualidad en esta etapa es el estado de salud (por ejemplo, si la persona presenta un estado depresivo, habrá desinterés hacia la pareja y desmotivación hacia la sexualidad).

        • El adulto mayor ya no es capaz de sentir placer. 

Las relaciones sexuales en la vejez pueden ser tan placenteras como en otras etapas previas. A determinada edad aparecen ciertos cambios corporales (menopausia, disminución de sensibilidad, déficit de hormonas, erecciones más lentas, etc.) que pueden dificultar la realización satisfactoria de la respuesta sexual. Estas modificaciones no tienen que suponer necesariamente el descenso de placer y actividad sexual en los mayores, siempre que los cambios sean aceptados y se mantenga el interés propio y de la pareja, se tratará de buscar alternativas y experimentar otras formas de contacto. La capacidad de dar y recibir placer no tiene por qué deteriorarse con los años, ni la fantasía, el grado de intimidad o el deseo hacia la otra persona.

        • La sexualidad fogosa y el coito como única forma satisfactoria y aceptable

Muy relacionado con el mito anterior y los cambios en esta etapa de la vida. El coito no tiene por qué ser el centro de toda actividad sexual ni la única forma válida. Se pueden cubrir las necesidades emocionales y sexuales mediante otras acciones. Con esta idea de sexualidad tan reducida al acto y a la genitalidad, se pierde el valor de los abrazos, la comunicación, el respeto y el placer compartido. 

        • La actividad sexual en el adulto mayor puede ser perjudicial para su salud

Al contrario de lo que se pueda pensar, la sexualidad en una persona mayor aporta beneficios a su salud. La sexualidad fortalece la salud física y psíquica, además es capaz de aliviar dolores y fortalecer la autoestima y el bienestar emocional.

La sexualidad, la intimidad, el contacto físico o el placer son importantes y generan bienestar, es por esto que no se debería renunciar a ello por tener una edad avanzada. La sexualidad, en todas las etapas de la vida, es para vivirla con placer y satisfacción.

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