En estos tiempos que corren, hemos visto como temas relacionados con el COVID-19 han sido el plato principal en cada conversación. Basta revisar cualquier prensa o noticiero, o simplemente encontrarse con algún conocido para demostrar tal afirmación. Esto ha convertido al coronavirus en una doble pandemia, no solo la relacionada con salud física, sino también la que tiene que ver con salud mental.
Para enfrentar cualquier situación es positivo poseer amplia y previa información acerca de la misma, ya que nos proporciona poder de control. Pero por otro lado, la sobreexposición y el peligro latente a encontrar información falsa, bulos, o que solo destaquen los aspectos negativos crean estrés que perjudican aspectos de la salud mental como depresión o ansiedad.
Estudios realizados durante el confinamiento revisaron las consecuencias generadas por las situaciones vividas y las medidas tomadas. Lo novedoso del virus y la ausencia de información específica hizo que la intensa búsqueda de la misma se enfocara de maneras distintas. Una parte de la población enfrentó la lluvia de datos y estadísticas con resiliencia, tratando de utilizar lo obtenido para adaptar su comportamiento a los momentos que se vivían, evitando alarmismos y siendo consecuente en su forma de actuar. Pero otros se sintieron agobiados y desbordados, ya que la ansiedad los empujaba a solo ver lo negativo y amenazante.
Estas mismas personas eran las que accedían a la información de forma constante, lo cual incrementaba el estrés debido a que centraban su atención en el problema que estaba (y está) presente, lo cual derivaba en sentimientos negativos como miedo, amenaza y duda que ocasionaban depresión.
¿Y qué podemos hacer?
Es evidente que durante los días de confinamiento las rutinas fueron modificadas. Y eso aún permanece. Es recomendable que cuando busquemos información se establezcan criterios en relación a las fuentes, procurando utilizar solo certificadas y confiables (de lo cual hablaremos posteriormente) y evitar la monotonía en el tema, procurando diversificar los contenidos que exploramos o conversamos. Adicionalmente, afrontar la crisis asumiendo comportamientos preventivos nos facilita eludir la sensación de indefensión y rebajar el estrés.