Este año, durante los Juegos Olímpicos de Tokyo 2020, los medios de comunicación se hacían eco del concepto de salud mental. La deportista Simone Biles se retiró de una de las competiciones más importantes en las que había participado. Ella, podría ser un ejemplo para cada uno de nosotros, un ejemplo de autocuidado, autoestima y superación personal.
¿Qué es la salud mental?
La salud mental se define como “un estado de bienestar en el cual la persona es consciente de sus propias capacidades, puede afrontar las tensiones normales de la vida, puede trabajar de forma productiva y fructífera y es capaz de hacer una contribución a su comunidad”. (OMS, 2021)
La salud mental es un componente esencial de nuestro bienestar social, emocional y psicológico, en cualquier etapa de la vida de una persona, desde la niñez, pasando por la adolescencia y la adultez, hasta la vejez. Es cómo nos sentimos, cómo reaccionamos, cómo nos enfrentamos a la vida y al día a día.
Cada persona puede contribuir a mejorar su salud mental, cuya solución, a veces, se encuentra en nuestras propias manos. Ese bienestar repercutirá en cada aspecto de nuestra vida, mejorándola . A continuación, algunos consejos que podemos seguir en nuestro día a día para eliminar esas situaciones negativas que nos afectan:
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- Mantener una actitud positiva: ante los acontecimientos de nuestro día a día. Si sucede un problema, buscar su alternativa o solución, poniendo ganas en nuestro intento y esperando que salga bien. Si no es posible y sabemos que no podemos hacer nada para cambiar la situación, debemos mantener la calma y no castigarnos recordándolo. De vez en cuando debemos tomar un descanso de información negativa, es decir, saber decir STOP a aquellas noticias o estímulos que nos producen estrés o ansiedad; también no caer en comparaciones, rumores o discusiones que no nos aportarán ningún crecimiento personal.
- Agradecer : La gratitud es una muestra de afecto que podemos solucionar con una sola palabra “Gracias”.
- Valorarnos: a nosotros mismos por lo que somos y no por nuestra comparación con los demás. Cada persona y sus circunstancias son únicas e irrepetibles.
- Aceptarse y tratarse con cariño.
- Cuidar nuestra salud física: La salud física y mental están conectadas. Realizar una rutina de ejercicio dentro de nuestras posibilidades, dormir lo suficiente y mantener una dieta saludable son algunos de los ítems más importantes para contribuir al cuidado de nuestra salud mental. Practicar deporte o alguna actividad física repercutirá en la calidad del descanso (físico y mental), del mismo modo que, por ejemplo la vitamina B12, disminuye la ansiedad..
- Estar en contacto con los demás: Las personas somos seres sociales por lo que en general, nos gusta mantener el contacto con los demás, tener relaciones o vínculos afectivos. Tener un buen apoyo social puede ayudar a protegernos contra pensamientos negativos o daños ocasionados por el estrés. Además de las relaciones conocidas como la de amistad o familia, existe la posibilidad de involucrarse y participar en la comunidad en la que vivimos, en nuestro entorno directo; voluntariado, programas de iniciativa social…
- Aceptar las críticas. Las críticas constructivas son normales y tenemos que aceptarlas. Es normal no gustar a todo el mundo y tenemos que tener en cuenta que hagamos lo que hagamos siempre va a haber alguien que opine sobre nosotros o sobre lo que hacemos y no siempre su opinión va a ser positiva o nos va a gustar.
- Buscar uno o varios propósitos: “El que no arriesga no gana”. Definir nuestras expectativas, personales, laborales o de ocio, dedicarnos tiempo, conocernos, buscar aquello que nos motiva y trabajar para conseguirlo. Ponernos metas realistas y trazar nuestro plan de acción para alcanzarlas.
- Desarrollar habilidades de afrontamiento: Buscar aquellas estrategias que nos permitan lidiar con las situaciones que para nosotros son estresantes. Así, estaremos haciendo frente a los problemas y estableciendo estrategias para su resolución.
- Practicar técnicas de relajación: Prácticas que tienen como objetivo relajar nuestro cuerpo y por lo tanto, nuestra mente. Existen diversas técnicas, como por ejemplo:
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- La relajación progresiva: Tensando y destensando diferentes grupos musculares combinados con ejercicios de respiración o música.
- Imágenes guiadas: Enfocándonos en imágenes positivas o recuerdos para sentirse más relajado y enfocado
- Ejercicios de respiración profunda: Consiste en concentrarse en una respiración lenta, profunda y relajada.
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Como podemos observar, no son conductas que nos requieran un gran esfuerzo, por lo que podemos implementarlas en nuestro día a día porque se trata de mejorar nuestra calidad de vida.